Juan 1.6-8,19-28 - João 1.6-8,19-28

Auxílio Homilético

11/12/2005

Prédica: Juan 1.6-8,19-28 - João 1.6-8,19-28
Leituras: Isaías 61.1-3, 10-11 e 1 Tessalonicenses 5.16-24
Autor: Pedro Kalmbach
Data Litúrgica: 3º Domingo do Advento
Data da Pregação: 11/12/2005
Proclamar Libertação - Volume: XXXI
Tema: Advento


1.Introducción

Al refutar la opinión de que el Bautista era la luz (v. 8), el prólogo del Evangelio de Juan muestra que existía una polémica respecto a quién era el Mesías. Lo que está en discusión en este Evangelio, según A. Jaubert, es la pregunta sobre la identidad de Jesús. El centro de las controversias a lo largo del Evangelio tiene que ver con el origen y la naturaleza de Jesús.

La expulsión de los cristianos de la sinagoga (Jo 9.22), hacia fines del siglo I, y la controversia con el gnosticismo deben ser vistos como parte del contexto en el cual fue redactado este Evangelio. La negación del encuentro de Dios y del ser humano en Jesús, propia del gnosticismo, lleva a despreciar el cuerpo y lo material. Juan insiste en que Jesús reúne en sí mismo al cielo y a la tierra, es decir, a Dios y al ser humano.

En el pasaje en cuestión (vv. 6-8,19-28) se presenta al Bautista, cuya actuación dió origen a esperanzas mesiánicas y a un movimiento de segui- dores y de seguidoras (At 19.1s). La predicación corajuda y profética, el bautismo de arrepentimiento, todo parecía indicar que ese hombre era el Mesías esperado, el “salvador del pueblo” (G. Brakemeier, p. 29). Sin embar- go según el cuarto evangelista, Juan el Bautista no quiere ser confundido con Cristo, él es el testigo por excelencia.

2. El texto

Los vv. 6-8 quieren clarificar un malentendido. Juan es simplemente un ser humano. Él no es la luz. Él es un testigo de la luz (ver también v. 15).
El hecho de que al Bautista lo hayan ido a ver sacerdotes y levitas (representantes del Sanedrín), indica que las autoridades judías tenían desconfianza del movimiento que se estaba generando en torno a su actividad. Entre la gente había gran expectativa mesiánica. Pero el Bautista no quería ser confundido con Cristo (v. 20), tampoco con Elías, ni con un profeta (v. 21). Él rechaza cualquier título análogo al de un mesías o de un profeta.

Ante la perplejidad de los enviados de Jerusalén, que necesitaban otra respuesta, el Bautista señala que él es “la voz que clama en el desierto: enderezad el camino del Señor” (v. 23). Èl es testigo del que va a venir y que ya está en medio de ellos (v. 26).

Sin embargo, según la opinión de los enviados (identificados ahora como fariseos, v. 24) el bautismo de Juan tiene una connotación mesiánica. Ellos quieren saber porqué el Bautista bautiza (v. 25). Este no contesta en forma directa y señala que su bautismo apunta para aquél a quien él ni siquiera es digno de desatar las sandalias (v. 27). Alguien que ya está en medio de ellos, pero que ellos no conocen.

Pareciera ser que el lugar donde esto había sucedido, Betábara (v. 28, que no debe ser confundido con Betania en Jerusalén, G. Voigt, p. 30), tiene importancia para el evangelista, pues vuelve a aparecer en 10.40ss.

La escena se corta abruptamente con el v. 28. El evangelista no cuenta lo que sucedió con los enviados de Jerusalén y con el Bautista. No interesa saber si los enviados obtuvieron la respuesta que necesitaban llevar a Jerusalén. Importa saber quién es Cristo. Todo lo que es presentado por el evangelista en este párrafo apunta a la proclamación del Mesías. El Bautista es alguien que anuncia, un testigo de aquel a quien él no es digno de desatar la correa de las sandalias.

3. Los otros textos

3. 1 – Isaías 61.1-3,10-11

El texto presenta una figura profético-mesiánica. A través de la misma se anuncia un nuevo tiempo (el autor apunta a la restauración después del exilio) en el cual reinará la justicia. El autor de este cambio en la vida del pueblo es Dios.

3.2 – 1 Tessalonicenses 5.16-24

Se trata de un conjunto de recomendaciones que el apóstol Pablo rea- liza a la comunidad en Tesalónica. Ella es exhortada a mantenerse en oración, a guardar una vida en alegría y agradecimiento, buscando el bien en función de lo que va a venir. Pablo invita a la comunidad a que no apague el Espíritu presente en medio de ella y a que mire hacia el Señor, hacia la parusía, el futuro de Dios.


4. Énfasis teológicos – apuntando hacia la predicación

El Bautista sorprende, él no es la luz. Hubiera sido una interesante oportunidad como para asumir un rol central, el del Salvador el Mesías, o por lo menos un rol secundario (el de Elías el profeta). El Bautista no quiere ser ninguno de ellos. Él no es aquel al que todos esperan. Él no es el Salva- dor, él no es ni trae las respuestas a las preguntas existenciales de la gente. Él no es, ni trae la solución para los problemas de la gente. Él no es el que da sentido a la vida, ni el que restaura lo que está quebrado, tampoco el que perdona los pecados. El no del Bautista es claro y nítido, es un rechazo a cualquier tentación de creerse o de sentirse importante.

Central e importante es aquel que vendrá y que ya está en medio nuestro. Todo lo demás debería apuntar a ello. El texto nos confronta aquí con el peligro que corremos de colocarnos a nosotros mismos en el centro. Cuanto mayor el cargo de responsabilidad, cuantos más dones y carismas, mayor la tentación de creer que estamos en primer plano y que lo que interesa somos nosotros mismos. Pienso, por ejemplo, en políticos que prometen solucio- nar los problemas de la gente. Pienso en personas que hacen depender su participación en los cultos de quien lo oficia (como si lo que reúne a la gente fuera el ministro y no el propio Cristo). La gran tentación para pastores y pastoras sería la de querer volverse importantes y asumir lo que Juan había rechazado (¿quién no conoce la tentación de querer ser el “salvador” o “solucionador/a de problemas” de alguien?). En la lógica del Bautista, el mejor predicador y la mejor predicadora son aquellos a los que las personas olvidan porque a través de ellos Cristo pasa a ser el centro de sus vidas.

Para el evangelista, el Bautista es ejemplo y prototipo del auténtico testigo de Jesús. Su identidad, la del Bautista, se basa en el que viene y del cual él está dando testimonio. Adviento se refiere precisamente al anuncio y a la espera de aquél que ya está presente y que vendrá. La vocación de la iglesia y de todos sus miembros es la de dar testimonio, de señalar y dirigirse hacia el que es la luz. El servicio de las personas cristianas entre sí y con el mundo es el de mostrar que en esta tierra todos somos mendigos que recibimos la ayuda de un mismo Dios.

La persona/comunidad que es testigo entiende su existencia a partir de aquél que vendrá. Como testigo está llamada a dar testimonio, a señalar nítidamente hacia lo que importa. Como tal tiene la tarea de actuar denunci- ando las injusticias (el pecado), enseñando a guardar lo que Jesús había ordenado, curando y acompañando a las personas enfermas y sufrientes. Sin embargo, todo ello debe ser para testimoniar a aquél que viene y que es el único que puede perdonar los pecados y superar el mal. Como testigos, todo lo que se realiza no es más que un reflejo del amor de Dios que señala y se dirige hacia Él.

El que viene ya está presente, pero es desconocido porque está oculto (“pero en medio de vosotros está uno a quien vosotros no conocéis” v. 26). Dios se manifestó y se manifiesta en la pequeñez de la vida humana, es allí donde debe ser buscado. A Él no se lo puede medir con medidas humanas (como el más inteligente, el más santo, el más experimentado, el que mejor cumple las leyes, etc.). Lo que caracteriza al que viene permanece oculto al conocimiento mundano. Adviento expresa precisamente que Dios vino, que viene y que vendrá. Él está presente entre nosotros, en este mundo. Y es por eso que no todo es oscuridad, desesperación, vanidad. La vida tiene sentido, un sentido que le es dado por el Creador, cuyo deseo es que exista en abundancia y con dignidad. Su presencia se dió y se da en forma encarnada, y se anuncia como el encuentro de Dios y el ser humano en Jesús. Nada más ajeno al testimonio del Bautista que un Cristo, un Mesías desencarnado y puramente espiritual.

5. Para la celebración

Confesión de pecados:

Dios de Amor, de Gracia y de Esperanza,
Tú te entregaste y te sigues entregando a nosotros, Tú asumiste la condición humana,
mostrándonos que la vida sobre esta tierra tiene para ti un inmenso valor.
Necesitamos confesarte que muchas veces vivimos como si Tú no existieras,
como si no te hubieras encarnado en tu Hijo.
Te imploramos, oh Dios, escucha nuestra confesión:
pedimos perdón por nuestra desunión,
por no darnos el tiempo necesario para cultivar la amistad;
pedimos perdón porque muchas veces nos convertimos en juezas y jueces de nuestras hermanas y hermanos;
pedimos perdón por nuestro egoísmo, por nuestro orgullo y vanidad. Ayúdanos, oh Dios, para que nuestro arrepentimiento y tu amor
nos lleven a colocarnos humildemente bajo tu servicio. Te lo pedimos, en el nombre de nuestro Jesucristo, quien es nuestro Salvador y Redentor. Amén.

ENVÍO:

Vayan con la fortaleza que viene de nuestro Señor. Vayan humildemente,
sin cargas, mansamente,
en busca de justicia, de paz y de amor.
Que Aquel que está presente entre nosotros
Vaya con ustedes, ahora y siempre. Amén.
(Adaptado de: Espíritu y verdad: libro de culto, CMI séptima Asamblea, 1991)


Bibliografía

BRAKEMEIER, Gottfried. “Meditação sobre João 1.6-8,19-28”. In: Proclamar Libertação. Vol. XXV, São Leopoldo: Sinodal, 1999.
JAUBERT, Annie. El evangelio según Juan. Estella (Navarra): Verbo Divino, 1985. (Cuadernos bíblicos nº 17)
SCHNEIDER, Johannes. Das Evangelium nach Johannes . Berlin: Evangelische Verlangsanstalt, 1976. (Kommentar zum Neuen Testament, Sonderband)
VOIGT, Gottfried. Die bessere Gerechtigkeit: Homiletische Auslegung der Predigtexte. Göttingen: Vandenhoeck&Rupprecht. (Neue Folge: Reihe V)


 


Autor(a): Pedro Kalmbach
Âmbito: IECLB
Natureza do Domingo: Advento
Perfil do Domingo: 3º Domingo de Advento
Testamento: Novo / Livro: João / Capitulo: 1 / Versículo Inicial: 6 / Versículo Final: 28
Título da publicação: Proclamar Libertação / Editora: Editora Sinodal / Ano: 2005 / Volume: 31
Natureza do Texto: Pregação/meditação
Perfil do Texto: Auxílio homilético
ID: 18439
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