Mateo 9.9-13 - Mateus 9.9-13

Auxílio Homilético

30/01/1983

Prédica: Mateo 9.9-13 – Mateus 9.9-13
Autor: Dieter Knoblauch
Data Litúrgica: Domingo Septuagesimae
Data da Pregação: 30/01/1983
Proclamar Libertação - Volume: VIII

I — Exégesis

La perícopa Mt 9.9-13 se compone de dos partes, que asi fueron transmitidos, siendo el v 9 un apoftegma biográfico, ya que se menciona Mateo, en diferencia a los textos paralelos de Mc 2.13-17 y Lc 5.27-32, en donde se nombra un Levi. La segunda parte, vs. 10-13 es una controversia entre Jesús y los fariseos, siendo el v.10 el comienzo de la situación, el v.11 Ia protesta de los fariseos a los discípulos de Jesús y los vs.12ss, Ia respuesta de Jesús.

No es cuestión aquí de aclarar, si Mateo era o no un discípulo de Jesús, sino que, en el estrecho círculo de los discípulos había uno que era un recaudador de impuestos o un publicano, Io cual nadie pone en duda. Por otro lado conocemos el vínculo conceptual de pecador y recaudador de impuestos (publicano), como también en Ias partes de Mt 11.19 y Lc 15.1. Los impuestos recaudados eran arrendados y así facilmente esta profesión de publicano ha tendido al engaño. También el recaudador de impuestos era un empleado del odiado rey Herodes.

Así el Ilamamiento a Mateo por parte de Jesús es el ejemplo ideal de que Jesús se ha dirigido a los pecadores (a los que conscientemente Io reconocen que Io son) a su servicio, Io cual no excluye de que se esperaba en tal Ilamamiento, como en el caso de los discípulos, una real conversión hacia el Reino de Dios.

De esta manera Jesús libera al publicano Mateo del ansia y del apego al dinero, como también Io vemos testimoniado en Mc 10.21-29s, Mt6.19s.

La comunión de Jesús con los pecadores queda demostrada al participar de Ia comida con ellos, (los pecadores y publicanos).

Tampoco nos debe preocupar en mayor grado el lugar en donde se ha desarrollado este encuentro, ya que el mensaje del texto tiene un objetivo muy claro y evidente: Jesús busca al pecador, al que Io es realmente en toda su conciencia. Y esto se debe interpretar con todo el realismo del mismo hombre, del hombre marginado, como Io era un publicano; era un hombre dividido por un sector, que eran los que se han considerado los justos.

Estos justos eran los judíos piadosos, los que velaban por Ia religiosidad estricta, y que para ellos era evidente el evitar Ia comunión en Ia mesa con aquellos, que de una maneira u otra les eran sospechosos por querer, posiblemente, no observar los mandatos o Ias reglas de Ia alimentación o que no Ias conocen, o presumiblemente Ias querrán transgredir. Ellos, los guardianes de tales observancias, son los fariseos (v.11 y Mc 2.16). También los escribas critican severamente a Jesús (Lc 5.21). Para el fariseo vá el todo por el todo, por el Juicio Divino y el perdón, por un puelo santo. Ya para Ia concepción rabínica, un publicano no puede jamás Ilegar a convertirse, ya que le es imposible hacer devolución de todo Io recaudado ilegalmente ante los ojos de los judíos piadosos (Lv 5.20-26). En cambio, en Lc 19.1-10 vemos que tal aseveración no se ha cumprido.

El ideal de los fariseos, de hacer todo por el todo, por Dios y el perdón, por un pueblo santo, también Io ha sido para Jesús. De hecho viene Dios y ayuda all pueblo cual un médico, él sana Ias dolencias de su pueblo, ayuda a los enfermos y heridos (Ez. 34.16; Jer 17.14; Salmo 103.3). Todo acto de Jesús demuestra, de que Dios busca a los que en El esperan, los que sin El están desamparados. Esta misma intención divina Ia encontramos en Ias bienaventuranzas, como en Ias parábolas de Lc 15 ó también en Lc 4.18 (Is 61.1s). Entonces los sanos no han de necesitar al médico.

En tal confrontación de Jesús con los fariseos, fueron los últimos los destinatários de sus palabras. Así Jesús no recrimina su salud. Lo dice con toda seriedad, no irónicamente, si Jesús los llama como justos (Mc 2.17) ya que ellos saben de Dios y toman en serio Sus mandamientos. Pero Jesús observa en ellos Ia falta de misericórdia para con los pecadores. Para ellos vino Jesús, haciendo realidad Ia palabra de Os 6.6, Io que también se Ilega a repetir en Mt 12.7. Esta realidad divina era de suma importancia para Jesús en su confrontación con los fariseos. En cambio, los fariseos, en vez de ayudar a los caídos, se yerguen con orgullo Mt 6.1-18, juzgan y condenan Mt 7.1ss, blasfeman al que perdona a los percadores y el cual domina los demonios, v.3 ó Mc 3.22s.

Jesús se compadece de ellos, de los que fueron desechados y juzgados por los religiosos y conocedores de Ia Ley, Mt 9.36, Mc 6.34. Jesús, como hijo del Altísimo conoce nuestro alejamiento del Padre, de Dios, Jer 31.20; Is 65.2. El ejemplo clásico es Ia Parábola del Hijo Pródigo, Lc 15, y Ia caracterización del fariseo en el hermano mayor, v.28s. De esta manera, Jesús responde por sus discípulos. El quiere conquistar un entendimiento por parte de sus adversários con Ias palabras que se refieren al médico. Pero no hay respuesta, y es así que, cuando Jesús excluye tan evidentemente de su Ilamado a estos justos y a aquellos devotos, es porque en estas palabras duras hay una amenazante advertência, 6.1s; 23.13s; Lc 16.15; Mc 3.26s, justamente a aquellos, que desoyen este Ilamado.

II — Meditación

Tanto el Ilamamiento de Mateo como Ia comunión en Ia mesa con los pecadores podían ser Ia base para un sermón de por si. Si el predicador elige Ia perícopa Mt 9.9-13 en su totalidad, se debe preguntar de qué manera él ha de combinar ambos textos, o ambos aspectos de nuestro texto. Pero, sea como fuere, nuestro texto responde por boca del evangelista a una pregunta que ha surgido en una congregación. Cabe preguntar? ¿qué es o cuál es el motivo de que Ia congregación se mantenga unida o este unida hasta en sus fueros internos?

Aquí se puede preguntar, si nuestra convivência no se iguala a una festividad a Ia cual otros también pudieran participar? Bien sabemos Ias diferencias entre los hombres, entre aquellos que con toda sinceridad quieren ser cristianos y que les cuesta enormemente celebrar una comunidad, un vinculo comunitário. Lo vemos en Ia sociedad, Io percibimos en nuestro mundo de relación, Io encontramos en el matrimonio, en nuestra familia, en el grupo de trabajo, en la-misma congregación. Las diferencias y Ias muchas veces insuperables dificultades entre Ias generaciones, los grupos cerrados dentro de Ia iglesia misma, o también Ia falta de actividad, o una dinámica estéril de muchos planes y ejecuciones misioneros, que tienen muchas veces su causa en una religiosidad estática, tradicional, con moldes prefijados, fuera de situación, tiempo y circunstancia.

Es por eso que se deba prevenir también al predicador de no ridicularizar al fariseo. El fariseo, como cualquier otro pecador, debe ser receptor de Ia mano misericordiosa de Dios, del mismo Cristo, que también ha muerto y resucitado por él. No somos mejores que ellos, y tampoco menos sérios en nuestra convicción al igual que un fariseo. Siempre ha existido entre los grupos, a los cuales Ias congregaciones cristianas no se deben excluir, grupos que se excluyen, sea cual fuere su razón de separación.

También el religioso, o el cristiano en nuestro caso y situación actual, experimenta su asombro, de que Jesús se pone del lado de los culpables.

Con ellos El celebra una fiesta. El justo viene y se reúne con los injustos. Los fariseos, y los de su mentalidad, opinan que justamente el camino debe ser tomado en dirección contraria, y el injusto debe buscar al justo. Solamente así podrá haber paz. Pero aquí, en tal sentido se da un énfasis muy en especial al divino éleos (misericórdia, compasión), Io que fue manifiesto en Cristo con Ia compasión a los hombres (Tit 3.4), como también Io señala el Dr. Wolfgang Schrage, y sigue: La misericórdia divina en Ia forma de Ia comunión en Ia mesa, Jesús con los pecadores, también sucede en Ia Santa Cena (Ilamada también Santa Comunión) como el 'verbum visibile' (el verbo visible), que parte el pan y da el cáliz, y así los introduce, a los participantes, a su comunión para con ellos en señal de Ia gran Fiesta en los tiempos finales. Por eso, esta comunión de Ia mesa (al cual se refiere nuestro texto) no debe solo circunscribirse a Ia Santa Cena como un sacramento o 'sacramentalizar esta comunión.

Por eso Ia segunda parte de Ia predicación se ha de referir a Ia cita de Oseas, en cuanto a su palabra liberadora y del ánimo hacia Ia libertad, Io cual ha de desembocar en Ia Ilamada 'libertas cristiana' (libertad cristiana). Para ello se debe tener en cuenta, muy en especial dentro de los círculos eclesiásticos, y el sermón no debe escatimar en Ia exhortación de no caer en un cerrado e interna proliferación de una vida religiosa de una comunidad cristiana, de que Ia misma se cierre al mundo pecador, sino que los mismos cristianos son Ilamados por su Señor, de quebrar, de vencer y de cambiar Ias ideologias endurecidas, los prejuicios sociales y concepciones mundiales, y en especial todo Io que promueve una autojustificación de los círculos cerrados y estrechos en relación a su comunidad fuera de los limites del mismo grupo. Aquí se hace hincapié en especial al aspecto social, a ver al hermano de Ia calle y no solo al hermano en Ia comunidad o congregación a Ia cual yo pertenezco, y en ella toda está en orden, y/o en Ia cual me siento bien y por su estructura, protegido.

Jesús sabe, que el enfermo no se puede ayudar a si mismo. El requiere de un médico. Y en esto se concentra todo el sentido de nuestro texto, amén de encontramos ya al comienzo del tiempo de Ia pre-cuaresma, que Jesús vino para Ilamar a los pecadores y no a los justos (A. Schlatter). De tal manera, Jesús también Io ve a él. No es de importancia, de qué manera el hombre se ve a si mismo. Frente a ese médico todas Ias dolencias Ilegan a ser evidentes. Ya no es posible engañarnos ni engañar, en cuanto a nuestra situación, y a los demàs. Ya no podemos aparentar ser sanos, cuando no Io somos en realidad. Cuanta falsedad y teatro hay referente a tal juego de Ias apariencias entre los hombres, de querer ser más justos, más religiosos, más cristianos que los demás? No Io vemos esto en nuestros cultos, en los encuentros congregacionales, en Ias fiestas, etc.?

La terapia de Jesús es clara y concisa: Sigueme! Con esto Io que era antes, ha dejado de ser ya. La nueva comunidad significa: perdón. No hay una nueva ley, debajo de Ia cual debe colocarse el pecador arrepentido. A Ia recaída hacia el antiguo pecado queda preservado si él permanece junto a Jesús.

Con esto Ilegamos a Ia tercera parte, cuando para el fariseo el percador era un caso sin salvación alguna. A él Jesús Ilama. A él Jesús llama al discipulado y manifiesta a él su alegria en una fiesta. También Jesús invita a los fariseos. Pero su rechazo hace, que también el Reino de Dios les sea cerrado ante ellos mismos/ El sano, en tal postura, se enoja y se rebela frente a Ia misericórdia de Dios. Surge Io que es tan común entre los hombres: Ia envidia. Es el orgullo, Ia vanidad del religioso y del cristiano Io que divide uno del otro, los justos de los injustos, los mejores de los peores. Dios no divide; el hombre en su pecado divide, Mt 12.30; Lc 11.23. Jesús Ilama al pecador para que él vuelva a ser santo. El que Io es o cree serio, que revise con conciencia si realmente Io es. Pero aquí, como vimos, es el orgullo que hace que el hombre se equivoque, y siendo pecador por ser orgulloso, él no se da cuenta de ello. Y de Ia misma manera, si los fariseos, si los orgullosos cristianos, los grupos cerrados, que guardan y se guardan en una tradición alejándose de los demás hubieran o podrían haber abierto los oídos, y ahora los abren con conciencia, entonces ellos serian justos, cuando se integran a los demás. Pero si no dan este paso, entonces no se deberían asombrar de que Jesús llame a otros pecadores, a otros, fuera de ellos, fuera del grupo mismo, en tal división toda una congregación puede sufrir el juicio divino de su disolución, de un resquebrantamiento interno y externo, como no pocos ejemplos Ia misma cristiandad en Ia historia cuenta.

Así se puede resumir el pensamiento central de nuestro texto en: Ia congregación es invitada a una fiesta y está unida a Jesús, el cual ofrece el perdón a los pecadores. No importa Ia cantidad de pecados, ni Ia calidad de los mismos. A esta comunidad pertenecen los que oyen el Ilamado de Jesús, y se unen a Ia comunidad de los cristianos, de los que han recibido Ia misericórdia y viven en Ia gracia de Dios. Excluídos están aquellos, que no toleran y no aceptan (en su orgullo) la misericórdia practicada a los pecadores. Con tal síntesis, el predicador tiene el necesario material para conocer Ia realidad de su propia congregación, de su situación real de Ias diferentes corrientes de interés y de otros móviles que abundan en nuestras comunidades. Pablo tuvo que luchar (Epistola a los Corintios) con su congregación, y es la situación de todo grupo amplio, tradicional, estructurado y formal en acatamiento a los reglamentos de una Iglesia constituída. Bajo nuestro cumplimiento y observancia de una legalidad justificada surjen facilmente los motivos de diversos intereses que dividen, o que por Io menos Io intentan. La Reforma es un ejemplo histórico. Cada congregación es un ejemplo viva de y para nuestro texto. Una clara objetividad por parte del predicador, le hará posible, descubrir los señalados elementos directos para su proclamación del Evangelio a toda criatura, también fuera de los limites de una parroquia, de acuerdo a Ias posibilidades dadas a cada uno.

III — Sermón

Se inicia el sermón con demostrar los prejuicios que motivan sectarismos en Ia congregación, prejuicios que pueden prevenir desde afuera, de Ia misma sociedad, o dentro de Ia misma congregación. Estos prejuicios pueden ser de tipo religioso, de que los convertidos se crean mejores que los que aún no Io son; que puede ser de tipo social, que los más pudientes sean más valorados, tienen más influencia en Ia vida eclesiástica, sean los que tienen más previlegios y estima dentro de una congregación que los no pudientes. También hay prejuicios morales, raciales, etc.; todo pensamiento, que solo divide. El orgullo y Ia vanidad, y también Ia envidia puede ser motivo de sectarismos dentro de una congregación.

Será conveniente para el predicador de usar una problemática que es conocida en su medio y congregación, como también reseñar claramente de Ia misión de un congregación en medio de una sociedad, de ser luz para el mundo y sal para Ia tierra.

En segundo lugar, si se ha hecho con un realismo evidente tales sectorizaciones en el sermón, se trazará el plan de Dios, de Su misericórdia y de Su solidaridad para con los que sufren bajo el prejuicio, bajo Ia división, que en realidad debería ser toda una comunidad, a Ia cual deberá unirse Ia misma congregación local.

1. Este plan de Dios es Ia redención mediante Su Hijo Jesucristo, que El ha enviado a este mundo, para que todos aquellos que en El creen no se pierdan, mas tengan vida eterna. Estos son los enfermos de nuestro texto, que requieren del médico, o sea, de una ayuda. Son los marginados, los que han sufrido y sufren una sectorización, a ellos Jesús se ha dirigido, y a ellos el predicador debe dirigirse en especial, siendo los perjudicados, los bienaventurados como se enuncia al comienzo del sermón de Ia montaña.

2. Su misericórdia vale para todos los que confiesan su culpa, y, que en su culpabilidad han ocasionado Ia división, Ia separación. Esta culpabilidad — si leemos nuestro texto — es el orgulho de ser más y majores que los demás por ser cristianos de acuerdo a ciertos pensamientos, ideas y presunciones. Tal actitud es Ia del fariseo, de aquel que realmente cumple con todo, que será para nosotros un buen cristiano, pero practica su superioridad con respecto a los demás. Jesús no vino para ellos. Esto es muy claro en nuestro texto; El vino para los que se arrepienten y requieren de un cambio de vida, de actitud, de su misma manera de ser.

Aqui se debe reseñar en especial, el peligro de Ia autojustificación, del endurecimiento del corazón de los hombres que se creen justos, justamente al no practicar Ia misericórdia para con los demás.

3. La solidaridad de Jesús para con los pecadores no es porque los mismos son y sean pecadores, sino porque los mismos requieren del médico. Ellos quieren cambiar, están interesados en el ofrecimiento de Jesús, porque reconocen su culpabilidad.

Toda Ia humanidad es culpable (pecado original) y nuestra voluntad no alcanza para salir de esta situación. Todo intento en esta dirección es querer forzar un legalismo a Ia manera del fariseo y tal actitud solamente nos hunde en un orgullo y vanidad acerca de nuestra persona. La observância de una ley tiene su justificado valor en cuanto Io externo del hombre. Interiormente es el Cristo, nuestro poder ofrecido por aquel, que ha muerto por nosotros; El que ha derramado nu sangre por nosotros, en rescate nuestro, en solidaridad con los pecadores, si ellos saben que requieren de tal solidaridad del Cristo. De esta manera, Jesús se coloca al lado de los culpables y no de los justos. Su actitud es y seria distinta a Ia nuestra, de apartamos de los malos y unirmos a los buenos formando un grupo elegido y cerrado, como Io hicieron los fariseos.

En tercer lugar, al ofrecer esta palabra de ofrecimiento del 'plan de Dios, de Su misericórdia y de Su solidaridad negaremos a Ia unión, al franco intercambio entre los hombres, a Ia apertura del espíritu comunitario del cual es Cristo Ia cabeza.

Esta sincera actitud, de aceptar Ia Palabra de Dios acerca del perdón, nos motiva a Ia real alegria de una fiesta. En tal fiesta todos participan como hijos del Altísimo, como aquellos que requieren del perdón de Dios, Palabra por Ia cual nuestro Señor Jesucristo ha venido a este mundo.

Recordemos este sentido fundamental en el próximo tiempo de la Cuaresma, en el tiempo de saber ubicarnos en Ia debida relación para con nuestro prójimo. En tal espiritu festivo se puede acoplar Ia celebración de Ia Santa Cena, o un almuerzo con Ia congregación, u otro tipo de celebración. En tal fiesta se recalcará Ia fraternalidad cristiana, que no se excluye al mundo circundante, que no asume una actitud esquizofrénica, de una personalidad dividida. Solo los que participan de tal fiesta, los libres de una culpabilidad y en los cuales se ha operado un fundamental cambio, los que en tal perdón de Dios se hayan liberado de los conflictos de Ia culpabilidad del hombre contemporáneo, podrán dar Ia luz para el mundo y Ia sal para Ia tierra, no como grupo aparte y sectorizado, sino integrándose, dando el testimonio del plan de Dios, de Su misericordia, y de Su solidaridad para con todos los hombres. En muchos lugares de Ia tierra, es caer en un descrédito yes objeto de difamación, persecución y discordia, el ser cristiano y ser testigo evidente de tal Palabra de ayuda y de redención por parte del Salvador. Pero tal enfrentamiento también Io ha tenido nuestro Señor. No es fácil el seguimiento del Señor en nuestro tiempo, en donde los valores cristianos están en muchos puntos en oposición con los de los intereses del mismo mundo, con el cual debemos compartir y convivir nuestra existência. Pero su Palabra, Yo estoy con ustedes hasta el final de los tiempos, o Yo he vencido al mundo, nos da Ia esperanza, Ia fortaleza y Ia seguridad de nuestro Ilamado a ser Sus seguidores, en este tiempo y en esta situación, en que vive el hombre.

Y, como cuarto punto, que se desprende del anterior, es el Ilamamiento al servicio, al seguimiento como cristiano, como testigo en este mundo de El, que nos ha comprado, no con oro o plata, sino con su preciosa sangre. El costo es elevado; también Io es Su amor, para que podamos estar seguros en nuestra misión, que todos los hombres, que reconocen al Señor Jesús como a su Señor, y se convierten a El y Io buscan en Ia realización sobre todas Ias cosas, tendrán Su ayuda y Su mano en testimonio de Su presencia y comunión con los suyos.

IV — Subsidios litúrgicos

1. Confesión de pecados: Señor Jesucristo, nuestro Redentor y Salvador, Tu no te hás avergonzado en sentarte con los pecadores a Ia mesa, Tu que eres justo y Ileno de misericórdia. Es por eso que hoy nos atrevemos de acercamos a Ti, con humildad y reconociendo nuestra culpabilidad. Confesamos que muchas veces nos hemos autojustificado en Ia relación con nuestro prójimo; hemos aparentado ser buenos cristianos, pero dentro nuestro. Tu conoces Io que en realidad somos. Nos podemos engañar, pero no a Ti, Señor. Por eso, por Ia culpa de nuestra falta de amor para con los demás, en todas Ias circunstancias de Ia vida, nuestra hiprocesia y nuestro orgullo, de querer ser distintos a los demás, te solicitamos, que participes de este culto con nosotros, sabiendo contar con Tu misericórdia, y sabiendo de que, todo aquel, que sinceramente y de corazón se arrepiente, Tu Io hás de aceptar y recibir. Que hoy nos podamos acercar nuevamente a Ti no es por nuestro merecimiento, sino por Tu infinita misericórdia. Por eso te pedimos humildemente: Señor,!ten piedad de nosotros!

2. La colecta: Señor, te pedimos por Tu presencia, estando hoy reunidos en Tu nombre. Estamos dispuestos a escuchar Tu ofrecimiento en Tu Palabra. Abre nuestro corazón y nuestro entendimiento, y danos Ia buena voluntad de realizar en los próximos dias Io que nos hás encomendado como Castigos tuyos. Consuélanos y guíanos en Tu misericórdia y unidad de espiritu cristiano para con todo el mundo. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, nuestro Señor. Amém.

3. Temas para Ia oración final: gratitud por poder celebrar este culto, tener esta comunidad de todos los fieles; toda Ia humanidad que se encuentra dividida; no hemos sido hasta el momento Ia debida luz para el mundo ni Ia sal para Ia tierra, no hemos producido, mediante Su ayuda y presencia Ia transformación de nuestro tiempo en algo mas de acuerdo con Su voluntad; los enfrentamientos, las divisiones, Ias rivalidades, Ia competencia y todos nuestros escapes a los desafios de Ia misma vida rebela que no vivimos en el perdón y en Ia misericordia del Señor; El Señor Jesucristo nos ofrece hoy esta oportunidad de vivir el perdón, reconociendo cada uno de nosotros su culpa, de que el mundo sea como es; Jesucristo vino para que todos seamos uno èn El; El es Ia Unidad por excelencia; Io será si Io reconocemos como nuestro único Señor en nuestras vidas; rogamos por Ia unidad en nuestra congregación; por Ia unidad de todos los hombres que nos rodean y circundan, en donde queremos ser cristianos y testigos suyos en este mundo; rogamos por Ia paz y Ia prosperidad en una mancomunada ayuda y asistencia de toda nuestra pátria, y por todo el mundo; rogamos por Ias diferencias entre Ias generaciones: padre — hijo; joven — y adulto; por ia vejez y los jóvenes; rogamos por Ias distintas profesiones, sean públicas o privadas, para que armonicen con el equitativo espiritu cristiano de ayuda y sostenimiento social; rogamos por el gobierno, para que contemple todas Ias situaciones del país, y que su accionar sea su interés por Io general y no por Io individual y sectário; rogamos por Ia unidad en Ia cristiandad, por Ia ecumene, por el franco diálogo y e sincero acercamiento de todos aquellos, que confiesan a Su Señor Jesucristo como el Señor de sus vidas; toda nuestra vida vive bajo el signo del perdón y de Ia misericordia del Señor; este es el signo de Su sufrimiento en el futuro tiempo de Ia pasión, de Ia cuaresma; nuestra desunión, nuestra división es Su sufrimiento y desaprobación de Su humilde ofrecimiento, de ser uno en El, en Su nombre.


Autor(a): Dieter Knoblauch
Âmbito: IECLB
Natureza do Domingo: Epifania
Perfil do Domingo: 5º Domingo após Epifania
Testamento: Novo / Livro: Mateus / Capitulo: 9 / Versículo Inicial: 9 / Versículo Final: 13
Título da publicação: Proclamar Libertação / Editora: Editora Sinodal / Ano: 1982 / Volume: 8
Natureza do Texto: Pregação/meditação
Perfil do Texto: Auxílio homilético
ID: 18186
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